El número máximo de ibéricos que se cría en la finca, en total libertad, está siempre por debajo del centenar, aunque la capacidad de la finca podría llegar a los 500 ejemplares. Eso significa una cantidad de alimento muy abundante, y el cuidado de las fuentes naturales de agua, evitando en todo momento la sobreexplotación. El apego a los procesos naturales basados en la tradición nos ha permitido a lo largo de los últimos años la mejora constante del paraje de la dehesa, de un entorno único que merece de toda nuestra atención y cuidado para que permanezca en el tiempo, para que las futuras generaciones puedan seguir disfrutando de la calidad de los productos de una raza y un paraje ibérico excepcional.